viernes, 2 de octubre de 2020

Capítulo 7

 
Benicio está agonizando en brazos de su madre.
--¡¡respira, respira¡¡
Su madre se llena de esperanza:
--¡¡un doctor, un doctor¡
En seguida sale un médico rubio (Benjamin Rojas) se acerca angustiado.
--¡¡Beni¡ ¡¡Beni¡
Gino mira al joven molesto:
--¡tú no eres más que un principiante... no vas a atender a mi hijo¡
Carlota  se enfrenta a su esposo:
--¡¡Con Pablo son buenos amigos  así que que lo atienda¡
Gino se levanta mientras que Pablo examina a su amigo moribundo Gino le dice amenazante:
--¡¡si algo le pasa a mi hijo te mato¡ ¡¡te mato¡
Carlota está llorando  pero aún así tiene fuerzas para no permitir que se cometa una injusticia con el doctor. Muy dolida le dice a su esposo:
--¡¡si mi hijo se muere será tu culpa¡¡ ¡¡tu culpa¡¡
Gino abraza a su esposa muy angustiado pero ésta lo rechaza. Además el lugar se está inunda de prensa y televisión.. Los Príncipes se pelean con todos ellos. Benicio abre los ojos. Pablo se angustia. Lo quiere mucho y le dolería que se le muriera en los brazos. Con mucha debilidad y en un susurro Benicio le dice a su amigo:
--Kassandra... buscala... mi cuadro... 
--No te esfuerces  te podrás bien--dice Pablo con angustia.
Benicio sabe que le queda poco tiempo, su voz suena a ultratumba. Gino está demasiado ocupado con los periodistas y no se entera de nada.  Benicio no se quiere morir sin comentarle algo a su amigo:
--se cometió una injusticia con tu padre... las pruebas en el cuadro... es...
Benicio no puede contar nada más porque muere en ese momento.  Mira deshecho a Carlota:
--lo siento alteza... murió...
Carlota siente que el mundo se le cae encima, abraza el cadáver de su hijo desesperada. Gino agarra del cuello a Pablo:
--¡¡te voy a matar¡ ¡¡te voy a matar¡¡

Los funerales del Príncipe son de estado tienen  conmocionados a todo el país. Mas la noticia no traspasa la frontera, Kassandra no se imagina que el padre de su hijo ha muerto. Su abuela le muestra unas hierbas abortivas. Kassandra se lleva las manos al vientre:
--¡¡no voy a abortar¡¡
--¡¡pero niña... tu bebé está maldito¡
Kassandra mira a su abuela con reprocha:
--¡¡porqué tú lo maldeciste¡
Dorinda se siente muy culpable de eso. Nunca imaginó que estaba maldiciendo a su propio hijo.
--¡¡como sea... Este bebé será tu destrucción¡
--¡¡como sea... mi hijo va a nacer y si tú haces algo para que lo pierda te odiaré de por vida¡
Kassandra es una leona defendiendo al bebé que lleva dentro de ella. Es lo único que le queda de su amado. Sabe que jamás verá al principe y sentir a su hijo dentro de él es su mayor alegría.
--¡¡es más reza para que no lo pierda porque si mi bebito se muere por cualquier motivo te culparé a ti igual¡
Dorinda está desesperada:
--¡¡maldito sea ese hombre que ha destruido nuestra vida¡
Kassandra se siente acariciando a su bebé. Habla dolida pero con firmeza:
--vigila con tus maldiciones, igualmente no te tienes que preocupar. No veré más a Benicio...
Dorinda hace una cruz con sus dedos, la besa:
--¡¡jurame por esta cruz, por el hijo de ese mal hombre que lleva en las entrañas que jamás lo volverás a ver¡ ¡¡que jamás ni dirás su nombre...¡
Con la mano en su vientre Kassandra dice:
--Lo juro.
Se levanta para ir a su cuarto. 
--¡y que quemarás esos cuadros del pecado¡
Sin saber muy bien porque, Kassandra se enfrenta a su abuela para defender esos cuadros:
--¡¡ahora eres tú la que me tienes que jurar que jamás destruirás esos cuadros¡ ¡¡jamás¡
--¿porqué? --pregunta la anciana sorprendida-- ¿para que quieres recordar a ese desgraciado?
--¡¡yo te juro que no lo volveré a nombrar y tú me tienes que jurar que no destruirás sus cuadros¡
--lo juro --dice a regañadientes.

 Presiden el funeral los Principes de la Civetta destrozan y juntos sólo por el que dirán. Con ellos Candela como Princesa viuda de la Civetta. Está desconcertada. No sabe qué sentir. Debe fingir tristeza aunque no la siente.


Gino esta en sus habitaciones privadas. No hace más que mirar todo lo que ha salido en la televisión sobre la muerte de su hijo. Carlota está encerrada en su recámara. No hace más que llorar. El padre de Candela trata de animar a su consuelo:
--eso es enfermizo. No debería ver esto.
--¿y qué quiere que haga? Perdí a mi hijo, mi esposa me odia No me queda de otra.
El Principe  de Alturnia le pone la mano en los hombros:
--le queda mi hija. Ella le hará compañía.
Gino mira al padre de Candela sorprendido:
--¿pero es que la piensan dejar aquí?
--si claro. Es la viuda de su hijo. Es su lugar.
--No creo que tenga sentido, yo creo que lo mejor es que...
Gino no acaba la frase. Ha visto las imagenes de la muerte de su hijo muchas veces pero no se había dado cuenta que Benicio le dijo algo a Pablo antes de morir.
--¡¡maldita sea¡
--¿ocurre algo?
Gino no contesta y se va muy sofocado. El padre de Candela mira esas imagenes tratando de adivinar lo que haya podido pasar pero no ve nada raro.

Pablo está muy triste por la muerte de su amigo. Le sorprende la visita de Gino. No le parece lógico, uno porque siempre le tuvo mala voluntad y dos porque acaba de enterrar a su hijo.
--Alteza ¿usted? ¿le ocurre algo?
Gino se muestra amistoso lo que pone en alerta a Pablo que sabe de la enemistad que siempre hubo entre Gino y su familia, una enemistad por parte de Gino que nunca Pablo pudo entender y a la que él y Benicio eran ajenos. Gino se sienta al lado de Pablo.
--¿quiere tomar algo, alteza?
Gino le pone la mano en el muslo paternalmente:
--No me llames alteza. Eras el mejor amigo de mi hijo. Lo único que me queda de él.
--Le queda su viuda.
--Pero él no la quería. Además murió en tus brazos.
Pablo no piensa en que pudieran tener importancia las palabras que le dijera Benicio antes de morir pero cuando Gino, como quien no quiera la cosa, le pregunta:
--¿y qué te dijo?
Se da cuenta que sí tiene importancia.
--No me dijo nada.
Gino finge que no es nada del otro mundo:
--es que me haría ilusión saber todo de mi hijo.
--Bueno la verdad es que no recuerdo que me dijera nada.
--haz un esfuerzo.
--¿¿es que me tenía que decir algo?
Gino fuerza una sonrisa:
--no claro que no.
No le interesa que Pablo sospeche y quiera investigar.
--No, es pura curiosidad.
--Haré un esfuerzo. Si recuerdo algo le aviso.
--Por favor.
Los dos se despiden con un abrazo. Gino se da cuenta que Pablo sabe algo y en el auto lo maldice:
--¡¡debi matarlo como al padre¡¡ ¡¡pero siempre estoy a tiempo¡
Hace una llamada y le ordena a alguien que lo mate Su rostro está lleno de odio.




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