viernes, 2 de octubre de 2020

Capítulo 13

 Pablo cae muerto sobre el panteón de sus familiares..
Iván llama a Gino:
--hecho.
Los ojos del malvado hombre brillan:
--al fin la semilla del mal se ha erradicado. Debí hacer eso hace mucho. Esa familia ya no existe más... ya no es una amenaza.

26 años después...


 Dos hermanos abatidos llegan a la casa. Se apoyan el uno en el otro. La chica se derrumba al ver una foto de María. La abraza llorosa.
--No es justo., mamá era tan buena. ¿porqué se tuvo que morir?
Cruz la abraza:
--la vida nunca fue justa con ella.
--es verdad. Siempre tan triste. Y nunca nos quiso decir ¿porqué?
Cruz mira esa foto con tristeza. Siente un gran dolor:
--está claro... por papá. Fue por él, Marili.
María Lidia se sienta sobre su hermano. Los dos se tratan con mucho cariño:
--¿¿qué sabes tú de él?
--que no llevamos su apellido, que no sabemos de él, que no tenemos ni una foto suya.
--¿y tú que piensas?
El guapísimo Cruz se levanta. Empieza a dar vueltas por el salón nervioso.
--No sé. No me gustaría pensar que somos fruto de un simple polvo y que nuestro padre no quiso responder.
Maria Lidia abraza a su hermano por la espalda:
--¿y porqué no pensar que somos hijos de un gran amor? Tan grande que nacimos dos de golpe.
Cruz se gira. Besa a su hermana en la frente.
--Es muy lindo pensarlo así pero las cosas no son siempre como más nos gusta. Si fueramos fruto de un gran amor y no de una gran cogida habría una foto de papá.
--No hables así --dice ella triste-- No me gusta pensar que a nuestros padres sólo los unió el sexo.
Cruz sonríe dulcemente. Acaricia los cabellos de su hermana:
--bueno tal vez tú hagas las cosas bien. Un marido, unos hijos que tengan padre y madre.
María Lidia se pone nerviosa:
--No... Eso no.
--¿porqué no? ¿porqué siempre te pones nerviosa cuando tocamos ese tema?
--Tu tampoco tienes novia.
Es el punto débil de los dos hermanos.
--Nunca hablamos de sexo --pregunta ella.
Es un tema al que a Cruz no le gusta hablar:
--No son cosas que se deba hablar un hermano, con su hermana.
--pero ya no somos unos niños, yo creo que podríamos...
Cruz no la deja seguir:
--El sexo es algo muy privado. Cada uno lo vive a su manera. No veo porqué dar explicaciones.
--¿Ni entre nosotros que somos gemelos?
María Lidia siente algo que está callando y que la quema por dentro y quisiera hablar con su hermano pero Cruz no quiere hablar de temas sexuales. Es algo muy suyo. En ese momento entra una mujer de algo más de cincuenta años. Los chicos se abrazan a ella con cariño:
--tía Charlie--le dicen a la vez.
La mujer los trata con mucho cariño:
--como están mis muchachos?
--Mal --dice María Lidia.
--fuimos al cementerio a llevarles flores a mamá... hoy hace una semana. -dice Cruz.
Charlie los acaricia a los dos. 
--he esperado unos días para que estuvierais más tranquilos pero ahora tenemos que hablar.
Charlie agarra de la mano a los dos y se sienta con ellos en el sofá.
--si es de la herencia de mamá no es el momento --reprocha Cruz.
--No... no es eso... Es la herencia de vuestro padre.
Cruz se levanta molesto.
--¿¿qué?
Es la primera vez que se menciona a su padre. Siempre fue como si no hubiera existido. Maria Lidia emocionada dice:
--¿papá?
Cruz se lleva las manos a la cabeza.
--¡¡sea como sea no quiero saberlo¡
--¡pero yo sí¡ --dice María Lidia.
Mientras la chica espera que su tía hable, Cruz se muestra ofendido. Como si el tema no le interesara. Está muy herido. 
--¡¡yo ahora no necesito un padre¡ ¡¡en realidad nunca me hizo falta¡
Está mintiendo aunque no lo quiere aceptar. No su tía ni su hermana le hacen caso. Charlie saca un sobre y dice:
--Un notario ha tenido guardado esto durante años. Debía ser entregado al hijo de María Navarro al  cumplir los 18 años pero vuestra madre nunca quiso saber nada. Convenció al notario para ocultar la carta y el día que murió me la entregó a mi.
María Lidia está muy emocionada. Cruz también esta intrigado pero no lo quiere aceptar.







Mientras, en un pequeño y humilde apartamento, un joven muy atractivo, idéntico a Benicio pero de aspecto más agresivo y con una larga melena está saliendo de la ducha. Suena su teléfono. Le dejan un mensaje. Es un chico que le dice que está deseando volver a verlo. El lugar está lleno de espejos. A tamaño natural. Al chico le gusta caminar desnudo y mirarse. Se siente orgulloso de su belleza. Mirando al teléfono dice:
--¡¡que pesado¡ ¡y mira que le dije que sólo fue sexo.¡
Se mira al espejo que tiene más cerca con orgullo:
--pero claro. No se le puede culpar. Pobre. Es normal que después de probarme no quiera estar sin mí.
Sonríe con una gran soberbia. Se sigue mirando en el espejo tocándose el pelo:
--¡eres un triunfador Juanito¡ --dice para sí.
Se va mirando cada rincón de su cuerpo:
--definitivamente eres perfecto. Es normal que todos los chicos quieran contigo. Y porque no eres bi que sino arrasan con todo el planeta.
Juan se gusta. Se gusta mucho. Pasa mucho rato mirándose. Horas enteras. El chico de antes sigue llamando.
--¡¡que pesado¡ ¡¡si ni siquiera le di mi número¡ La próxima vez daré un número falso.
Se mira, se sonríe. Se da un pequeño golpe en la barbilla satisfecho de lo que ve:
--demasiado lindo como para que me disfrute un solo hombre. Yo soy así como un bien nacional.--dice sonriendo muy contento.

De nuevo en la casa de los hijos de María, Charlie sostiene un gran sobre entre sus manos. María Lidia lo agarra emocionada mientras le dice a su hermano:
--¡¡es de nuestro padre¡ ¡¡nuestro padre¡
En el sobre sólo pone a mi hijo.
--¿porque dice a mi hijo? --Cruz molesto.
--no supimos más de él cuando vuestra  madre supo que estaba embarazada.
Cruz da un puñetazo contra la pared.
--¡¡lo sabía¡ ¡¡es un desgraciado¡ ¡¡no dio la cara, ni siquiera llegó a saber que tuvo dos hijos, no uno¡
--¿nos abandonó...? --pregunta María Lidia llorosa.
Charlie acaricia a la joven con cariño:
--No lo sé.
Cruz agarra el sobre que tiene su hermana y lo tira al piso.
--¡¡yo no quiero saber nada de ese hombre¡
María Lidia se levanta, seca sus lágrimas y agarra el sobre.
--¡¡pues yo sí¡






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