viernes, 2 de octubre de 2020

Capítulo 41




Maria Lidia y Cruz llegan al consultorio del médico que les dirá el resultado de los análisis. Los dos están tomados de la mano. Clara llega en ese momento. Se queda delante de ella. Se nota el dolor de las dos chicas. Cruz se acerca a Clara. La mira con cariño:
--¿como has estado?
Clara no quiere mirar a su amada pero sus ojos se le van tras ella.
--más o menos.
Maria Lidia está deshecha. Ama a esa mujer y le angustia pensar que pueda ser su hermana.
--me alegro de verte.
Clara asiente con amargura. Ignora a Maria Lidia lo que la lastima mucho a la hermana de Cruz. Se dirige a él:
--¿será que ya podemos pasar?
Cruz tiene tomado de la mano a su hermana. Mira a Clara con cariño:
--espera que las dos sepan tomar con sensatez lo que pueda pasar hoy.
Maria Lidia y Clara se miran deshechas. Las dos se sienten como muertas y no quieren ni pensar en lo que pueda pasar sí es eso lo que les espera para el resto de sus vidas.  En ese momento entra el doctor:
--¿listos?
Clara y Maria Lidia están pálidas. Cruz besa a su hermana en la mano para darle ánimo. 
--¡¡venga, acabemos con esto ya¡ --dice Clara que es la primera en entrar.
Maria Lidia está temblando. Clara se ve más dura. La otra se ve muy frágil en brazos de su hermano que la trata con mucho cariño. Clara se sienta. Maria Lidia no, se queda abrazada a su hermano. Las chicas miran al doctor que en sus manos lleva con sobre en el que está escrito su futuro. El doctor habla con un ritmo pausado que tensa mucho el ambiente. Cruz y Maria Lidia están muy agarrados de las manos.  Las chicas se miran de reojo sin poder olvidar esos días de besos y abrazos.
--El resultado de la prueba es que en un 99,9 %... incompatibles...
Maria Lidia y Clara se miran con cara de júbilo pero aún no se atreven a celebrar nada. Ni hablan. Casi ni respiran. La tensión es más fuerte que al principio.
--¿qué quiere decir esto, doctor? --pregunta Cruz.
--Que la señorita Clara no puede ser hermana de ustedes... No, no lo es. Imposible.
Cruz abraza a su hermana contento por ellas.
--¡¡lo sabía, lo sabía¡
Clara rompe a llorar. No puede creer que la pesadilla haya acabado. Maria Lidia tiene los ojos llenos de lágrimas. Su hermano ya está celebrando pero ella quiere estar segura. Se acerca al doctor:
--¿no hay duda?
--No la hay.
Clara se levanta. Mira a Maria Lidia. Las dos se miran con la amargura que las ha consumido en la última semana pero con la felicidad de saber que ya nada les impide amarse. Se miran largo rato en silencio. Después del dolor que, aunque por separado, ambas han compartido, son tantas las cosas que tienen que decirse.
--Marili --le susurra entrelágrimas.
Maria Lidia le pone los dedos en la boca:
--No digas nada... No ahora.
Las dos se miran con mucha tristeza. Se unen en un fuerte abrazo. Cruz sigue la escena con emoción. Luego lloran.
--Te amo tanto... perderte era morir --le dice Clara.
--Yo también te amo.
Y se besan apasionadamente ante el rostro boquiabierto del doctor. Cruz fuerza una sonrisa. Va empujando a las chicas:
--venga... ya no tenemos nada que hacer aquí.
Pero Clara y Maria Lidia han estado demasiado tiempo reprimiéndose. El doctor ve a esas dos mujeres besándose con algo de sorpresa aunque también le excita ver a dos mujeres juntas. Cruz las quiere sacar de ahí:
--que no estamos solos.
Pero las chicas no le hacen caso y se besan y se besan. Cruz se acerca mucha a su hermana:
--Marili, deja algo para después. El doctor seguro que tiene cosas que hacer.
--No, a mí no me molestan... --dice el doctor acalorado.
Maria Lidia y Clara se separan con una sonrisa. Saludan al doctor, les agradece todo y se van. Se van las dos tomadas de la mano. No dejan de hablarse y reírse. Las dos están muy contentas. No les da miedo su amor, no les da miedo que el mundo entero se dé cuenta de lo mucho que se aman. Cruz piensa en Juan, en que le gusta pero él jamás se atrevería ni a reconocerlo ante Juan y menos ante la otra gente. Prefiere pensar en que sólo les une una simple y vaga atracción pasajera
,





















Juan está solo en casa de Cruz. Se siente muy extraño. Fuera de lugar pero le gusta estar ahi. La sensacion que tiene es la misma sobre sus sentimientos hacia Cruz que son algo confusos. Éste llega el momento en el que Juan está mirando la ropa de Cruz. Siempre tuvo curiosidad de ver sus cosas pero nunca se atrevió porque nunca estaba solo.
--¿necesitas algo?
Juan se pone muy nervioso. No sabe bien cómo justificarse.
--bueno es que buscaba una cosa.
Pícaro Cruz le dice:
--¿entre mi ropa interior?
--creí que era la mía.
A Juan no le gusta nada la manera burlona en la que lo mira:
--no me gustan que me toquen mis cosas, tú eres muy desordenado.
Juan se agarra de eso para burlar de Cruz:
--en verdad pareces una reina con tu obsesión por la limpieza, reinita.
Juan se ríe divertido. Cruz no tiene ganas de pelear. Se ríe sarcásticamente.
-sí, muy divertido pero no tengo ganas de escucharte..Por si te interesa Clara no es mi hermana.
--Me alegro por tu hermana.
--¿en serio te alegras?
--Si claro. No soy tan mala onda.
Los chicos desean tanto darse un beso y sacarse las ganas que tienen el uno del otro pero los dos creen que mejor esperan a la noche.
--¿y ahora cómo le seguimos?
--las chicas se han ido de luna de miel. Están en Mar de Plata, mejor las esperamos y luego ya decidimos.
Los dos se miran con intensidad. Les excita mucho pensar que están los dos solos. Aunque algo le preocupa a Juan y es que tiene que disimular que le molesta estar con Cruz.
--Bueno yo me podría volver a mi casa pero no te quiero perder de vista, no me fio que me dejes fuera de esto.
--sí, a mí me pasa lo mismo..Mejor nos quedamos juntos.
--pero podría dormir en la habitación de tu hermana.
Juan lo dice porque cree que tiene que dejar claro que no le apetece dormir con Cruz y a Cruz le duele pensar que Juan le rehuye pero le dice:
--ella nos mata..ñ--dice aunque no es cierto pero quiere dormir con él-- Ni modo... tendré que seguir aguantando tus ronquidos.
--yo los tuyo.
Los dos siguen peleando hasta que cae la noche y se encuentran sus cuerpos desnudos y se dejan llevar por sus instintos y se sacan esas ganas salvajes que tienen el uno del otro y que han frustrado durante el día. 

Clara y Maria Lidia pasan unos días ricos en Mar de Plata. Caminan tomadas de la mano como una pareja de enamoradas. Estan felices. Se han olvidado de todo y sólo les importa su amor. Un dia un hombre se para frente a ellas:
--¿Clara?  ¿eres la hija de Clara?
Es el exmarido de Clara que sí supo que su ex esposa tuvo una hija pero no que podía ser suya. Clara le pregunta sobre su madre pero no tiene ganas de decirle que son padre e hija. Como quien no quiere la cosa, Maria Lidia le pregunta al hombre:
--¿usted no recuerda si su ex esposa tenía un cuadro fe un hombre desnudo pintado por una tal Kassandra? Es que yo tengo el otro cuadro y sé que la madre de Clara compró el segundo.
--¿el cuadro del Principe de la Civetta?
Las dos chicas se miran ilusionadas:
--¿conoce el cuadro? --Maria Lidia.
--sí, yo me lo llevé.
Las chicas no pueden evitar su entusiasmo al haber llegado al cuadro.
--¿¿tú tienes ese cuadro? --pregunta Clara incrédula.

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