viernes, 2 de octubre de 2020

Capítulo 40



Maria Lidia tiene a Cruz y a Juan semidesnudos. Se nota que han pasado la noche juntos. Aunque ella está muy amargada nada más le gustaría que ver a su hermano feliz. Los dos chicos tratan de justificarse. Balbucean. Hablan sin decir nada. No se les entiende. Maria Lidia pone las manos en frente para que se callen.
--En realidad no me importa.
Le da un beso a su hermano.
--¿te vas?
--Si, voy a ver a la tia Charlie. No soporto esta espera tortuosa. Le voy a preguntar si él sabe si papá tuvo otra hija.
Tanto a Cruz como a Juan le conmueve mucho el dolor de la mujer. No soportaría que a ellos les pasara igual. Cruz acaricia a su hermana:
--¿le vas a contar a la tía?
--No, no creo que sea el momento pero cuando todo esto pase tú yo deberíamos contarle.
Cruz mira de reojo a Juan que no dice nada pero se aparta. No quiere que le metan en conversaciones familiares. Mientras se despiden cariñosamente, Cruz le dice a su hermana:
--igual si ni la madre sabía quien era el padre es imposible que la tía la supiera. Yo creo que ni papá nunca llegó a sospechar que dejó embarazada a otra mujer.
--igual lo quiero intentar.
A los dos chicos les duele la amargura de la mujer. Cuando se quedan a solas, se miran sin saber qué decirse.
--bueno, creo que ya nos deberíamos ir preparando.
Juan mira la hora:
--sí, me gustaría estar un rato con ella antes que la entierren.
Cruz lo mira compasivo. A Juan le gusta acostarse con Cruz, a veces siente su deseo pero luego le atormenta pensar que todo pueda ser compasión.
--tengo ropa oscura que te puede ir bien, si quieres te duchas mientras yo preparo el desayuno.
--si. está bueno ¿y tú no te duchas?
--Si, en un momento mientras tú desayunas.


A los dos les gusta vivir juntos, compartir cosas tan cotidianas. También estar juntos en el dolor. Juan se mantiene en un discreto segundo plano en el entierro de su bisabuela. Las monjas son las protagonistas. Cruz está a su lado, Lo abraza por los hombros. Juan está serio. Se muestra el duro pero en realidad está triste. Todo ha pasado muy rápido. Sus raices, su sangre ahora ya forman parte de su vida. El cuadro de su padre. El conocer y perder a su bisabuela. No puede evitar que se le escape un par de lágrimas. Cruz lo mira conmovido. Al terminar el entierro las monjas se van por su cuenta. Juan se queda con Cruz. Solos frente a la tumba de la mujer que no lo quiso tener. Siente bronca pero tambien paz. Su bisabuela se arrepintió y le ayudó a recuperar sus raices. Esas raices que lo unen a Cruz y a su hermana. La comadrona se acerca a Juan para darle el pésame. Con un hilo de voz Juan le pregunta:
--¿usted no sabe dónde quedó la tumba de Kassandra?
--si claro. Queda cerca de aquí. Sígueme.
La comadrona deja solo a los chicos. Juan ha "robado" una flor a su bisabuela y la deja sobre la tumba de su madre.
--te dejo solo --Cruz.
--No, no hace falta, quedate conmigo.
Juan está muy emocionado ante la tumba de su madre. Cruz detrás emocionado también y en cierta manera contento de compartir ese momento con Juan.
--es mi mamá.Soy el hijo de un Príncipe y una gitana¿¡cómo habría sido mi vida de haber vivido ellos?¡
Cruz le pone la mano en los hombros.
--Eso nunca lo sabrás.
-- Los padres del príncipe están vivos ¿no?
--sí pero no podemos ir a Roma--Cruz preocupado.
--¿porqué?
--A mi papá lo mataron en Roma por ese secreto que le confió tu papá. Debe ser algo grueso que nos pone en peligro tanto a ti como a mi y mi hermana. Mi padre dijo claramente que no deberíamos ir a Roma.
--pero nadie sabe que yo soy hijo del príncipe.
--si te ve la familia del Príncipe te van a reconocer.
--No creo que me hagan daño.
--Eso no lo sabemos.
--¿te preocupas por mí? --Juan con cierta burla.
--No, no quiero que a ninguno nos mate la misma persona que mató a mi padre.
--¿y entonces?
--bueno, deja que se aclare lo de mi hermana y Clara. Luego decidimos los cuatro. No es algo que sea sólo de nosotros dos.
--¿y mientras?
--Yo creo que deberías quedarte en mi casa.
Juan lo mira burlón:
--epa, reinita ¿¿qué pasó? Estas muerto conmigo.
--No seas mente podrida, a mí no me interesas para nada.
--bueno, mientras no tenga que volver a dormir contigo.
--si claro para mi mejor ¡¡como roncas...¡
--¡yo no roncas, tú roncas¡
Los dos se miran. Se estremecen. Cada vez les duele más disimular lo que se gustan. 

Llegan los dos juntos. Han pasado por casa de Juan para recoger algunas cosas. Maria Lidia está triste en la sala tomando una copa. Cruz se acerca a ella. La mira con cariño.
--¿cómo lo llevas?
--está espera me está matando. Esta semana es la más larga de mi vida --dice ella con amargura.
--¿que te dijo la tia?
--Lo que tú me dijiste y que si papá hubiera embarazado a otra mujer ella no lo hubiera sabido. Nunca se conocieron y no era algo para contar a tu amante.
Cruz acaricia el pelo a su hermana:
--ya pronto se sabrá la verdad.
Maria Lidia está muy angustiada. A punto de derrumbarse. Al ver la bolsa de Juan dice:
--¿se va a quedar aquí? van a vivir juntos?
--¡no, no¡ ¡¡Cruz me dijo que hay un cuarto libre--Juan.
--en la habitacion de mamá. No. Esa habitación está sucia y no quiero que la use nadie.
--¿no tienen más piezas en una casa tan grande?
Los dos hermanos hacen que no con la cabeza. Juan se dirige a María Lídia.
--puedes limpiarla y quedarte tú la pieza de tu madre.
Maria Lidia se hace la enojada y cuando esta de espaldas a Juan guiña el ojo a Cruz. Aunque su vida es un infierno desea ayudar a su hermano a encontrar su camino y está segura que Juan tiene mucho que ver con su felicidad. Aunque los dos chicos fingen que les disgusta tener que compartir habitación el hecho es que le encanta.
--Ni modo, te quedás en mi cuarto.
--pero no me tocarás ni un pelo.
--para el interés que tengo.
Pero aunque tratan de despreciarse el uno no resiste al cuerpo desnudo del otro y fornican como bestias. Al día siguiente cada uno despierta por su lado. Se ignoran. Por la noche se aman con intensidad pero por el día es como si no pasara nada, se tratan casi como enemigos pese a que los dos están hechizados el uno por el otro y pasan todo el día juntos













Cruz entra en el baño. Juan se está duchando. Ha dejado la puerta abierta. Le excita mucho ver através de los cristales el cuerpo desnudo de Juan mientras se desliza el agua, el jabón...
--¡¡que bueno está¡
Le fascina tener a diario ese cuerpo y aunque ninguno de los dos han hablado del futuro ya sabe que no podra vivir sin saborearlo. A Juan le encanta acostarse con Cruz pero tiene miedo que se ría de él y todo se pudra. Por eso lo evita durante el día y sus encuentros se centran en la noche donde no hablan y se dejan llevar por los impulsos. Cuando están juntos de día les cuesta mucho no enfadarse. Juan sale de la ducha secándose con la toalla.
--¿¿qué haces? ¿¿espiándome? pervertido --con desprecio.
Y con el mismo tono dice:
--me sé tu cuerpo de memoria ...por el cuadro. Él está mejor dotado.
Los dos se miran con rabia.
--¿pues que querés?
--Nos vamos con Marili. Hoy sabremos si Clara es nuestra hermana.
Cruz se va sin decirle nada. A Juan le gustaría acompañar a Cruz en esos momentos pero no se atreve a decir nada. Por la ventana del cuarto ve marchar a los dos hermanos. Se ve la angustia en los ojos de Maria Lidia. Ese día se escribe su futuro. Su vida en el cielo o en el infierno.

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