viernes, 2 de octubre de 2020

Capítulo 32

 

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(La cola de Juan)

Durante el eclipse Maria Lidia y Clara se miran para formalizar el amor que ha nacido en la una para la otra. Juan y Cruz se pelean y no dejar de mirarse. Es cuando ya ha pasado que Juan dice:
--¡el eclipse¡
Los dos se miran en silencio. La mirada del uno penetra en el otro.  Los dos sienten mucho pero ambos tienen miedo de confesar sus sentimientos y además de muy a dentro les nace unas enormes ganas de atacarse (y también de besarse). 
--¿que me mirás? ¿es que te creiste lo del eclipse y ahora estás enamorado de mi?
Cruz quisiera que le dijera que si. A Juan le molesta mucho la risa (no se da cuenta que finje)de Cruz.
--yo ni me acordaba ¿no serás tú el que me amás?
Cruz se ríe muy escandalosamente.
--¡¡qué más quisieras tú¡  ¡Yo estuve contigo por las pistas pero jamás volveré a tocarte¡ ¡¡eso lo juro¡¡
Cruz hace una cruz y lo besa.
--Si no me dieras tanto asco te besaría para hacer un juramento...  besaría la cruz. Soy yo el que no quiere saber de ti. --Juan muy ofensivamente.
--¡¡tú te mueres por mí¡¡ --le reprocha Cruz.
Juan siente deseos de besarlo y de matarlo.
--Mira reina... yo te banco porque tú me viniste a buscar. Pero después si te he visto no me acuerdo..
Cruz siente bronca y rabia por la manera en cómo le habla Juan.
--pero que...
Juan no le deja seguir.
--Mira reina... nos vemos mañana para seguir buscando a la gitana por si averiguamos algo. Siento dejarte con la calentura pero no me mueves ni un pelo.
Juan está ya en la puerta. De espaldas. Cruz lo mira con deseo.
--como me gusta el condenao --dice Cruz para sí.
Juan siente el fuerte deseo de Cruz, tan fuerte como el que siente él.
--Juan...
La varonil voz de Cruz provoca escalofrios en Juan. Sonrie coqueto. Se muere de ganas de acostarse con él y se alegra que sea Cruz quien tome la iniciativa. Así además se podrá burlar de él. Se gira, lo mira indiferente pero está deseando desnudarlo.
--Yo te llamo no olvides que mañana tengo cita con el anticuario.
Juan se queda esperando que le haga alguna propuesta.
--¿esperas algo más de mí? --pregunta Cruz burlón.
Juan se va molesto y frustrado. Cruz se relaja rompiendo un jarrón.
--¡¡maldito seas flor de boludo¡
Maldice a Juan por ponerlo tan nervioso, por sentirlo tan a dentro. Tiene los ojos de el clavados en su alma.
--¿¿qué me está pasando?¿¿¿qué?
Juan se va muy atormentando:
--¿¿porqué no lo puedo olvidar?¿¿porqué?
Los dos sienten envidia de las chicas. Les da rabia no poder amarse libremente como las chicas pero ese sentimiento de atracción que nace de ellos desemboca en un profundo desprecio que no pueden controlar. 

Mientras las chicas hacen el amor. Están las dos unidos en cuerpo y alma. Más que nunca hablan de sus sentimientos.
--te amo, clara.
--y yo Marili... y yo.
--te amaré siempre.
--para siempre  --dice Clara con mucho amor --es una palabra tan bella.



En la mañana siguiente, el anticuario que lleva la tienda en donde  comenzó toda esta cruzada del cuadro sigue trabajando como siempre. De pronto su corazón late con fuerza.
--¡No puede ser¡
Es como si el pasado se hiciera presente. Juan sigue a Cruz que va a buscar al anticuario. Se queda escondido tras un auto. Cruz entra en una actitud muy coqueta. El anticuario se queda muy impresionado al ver a Cruz, tiene clavado en su alma el rostro de Pablo. Cruz lo siente temblar. Siente su deseo. El hombre sale al encuentro de Cruz. 
--No puedes ser tú.
Cruz lo ve tan impresionado que se da cuenta que su hermana tenía razón, que ese hombre que tiene delante se quedó con las ganas de acostarse con su padre. Cruz ve por un espejo que Juan está detrás de un auto y le hace gracia que lo siga. Le toca el pecho al anticuario. Se muestra seductor:
--Yo soy yo y tú tú... me hablaron muy bien de ti. No pensé que fueras tan guapo.
Cruz no deja de tocar al anticuario que está muerto de deseo como un adolescente. Escondido tras el auto pero sin perderse detalle Juan se muerde el puño de rabia.
--no te puedo creer--dice el anticuario como si Cruz fuera un fantasma.
--¿porqué?
Cruz luce su mejor sonrisa que acaba de matar al anticuario.
--Es que yo... es que yo... --balbucea el anticuario.



Cruz le guiña el ojo y el anticuario está al borde del infarto.
--Me llamo Cruz.
El otro extiende su mano:
--Tommy --dice temblando.
Cruz le sonríe coqueto. Rechaza la mano de él y lo besa muy cerca del labio.
--encantado.
Juan golpea la puerta del auto  con rabia:
--¡¡se lo va a curtir, se lo va a curtir¡
A Cruz le hace gracia Tommy. Pese a ser un hombre que pasa de los 60 se comporta como un adolescente en celo. Le gusta esa manera de desearlo. Le impresiona ese hombre que siga teniendo tan en vivo el deseo que sintió por su padre. Tommy está derretido.
--¿en qué te puedo servir?
--en mucho, me puedes servir en mucho --dice Cruz con mirada sensual.
Cruz va mirando por la tienda:
--tenés cosas relindas por acá.
Tommy está muy pegado a él. La juventud de Cruz lo fascina. Está totalmente hechizado por él. Muy caliente. Le cuesta mucho que sus manos no se le vayan hacia la cola de Cruz.
--¡eso sí que es una cola¡ --dice Tommy para sí.
Cruz sonríe pícaro excitado por el deseo de el maduro galán.
--Te haré un buen precio en lo que te quieras llevar.
--¿No tenés  un cuadro...?
--¿¿buscas un desnudo de un chico?¿qué tenés que ver tu con Pablo y con las chicas que vinieron ayer?
Cruz se gira. Tommy lo mira y se le olvida todo. Cruz le gusta, le gusta mucho.

Maria Lidia ha pasado la noche en casa de su amada. Sale de la ducha envuelta en una toalla. Se encuentra a Clara muy concentrada leyendo algo sobre la cama.
--Clara, ¿qué hacés?
Muy emocionada Clara le dice:
--es el diario de mi mamá.
Maria Lidia se tumba en la cama:
--seguro que encontramos alguna pista...
--Sí anoche soñé con mi mamá... Me hablaba de su diario... Nunca lo leí... De hecho ni me acordaba de él...
Las dos chicas van pasando las páginas hasta que en una hay dos fotos pequeñas de dos hombres. En una reconocen a Pablo.
--¡¡este es mi papá...¡ --Maria Lidia.
Las chicas miran las anotaciones que hay al pie de las fotos. Clara llora.
--¡¡No¡
Maria Lidia mira también. Las dos se angustian mucho.

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