viernes, 2 de octubre de 2020

Capítulo 3



Aunque el que Benicio haya tapado sus genitales con un racimo de uvas la tiene más tranquila no lo suficiente. Nunca pensó que le costaría tanto pintar ese cuadro y es que la belleza extrema del príncipe la tiene extasiada.
--¿y haces mucho esto? --pregunta él para aligerar la tensión.
--¿el que?
--pintar hombres desnudos --pregunta él excitado.
--no, es la primera vez.
--¡¡no te creo¡ --dice él divertido.
--es cierto. Nunca vi un hombre tan guapo, un hombre que mereciera la pena ser pintado.
ella se ruboriza. Él le guiña el ojo orgulloso. Los primeros trazos son los que más le cuesta luego el arte va fluyendo pero en ningun momento puede dejar de pensar en Benicio como hombre. No puede evitar sentir un deseo enloquecedor hacia ese hombre que  ha desnudado sólo para ella. Kassandra confiaba que al pasar los días se acostumbrara al cuerpo desnudo de Benicio. Lo tiene tan cerca y ni se tocan. Los dos se desean. A Benicio le excita ese deseo frustrado que ve en los ojos de ella. Cuando el cuadro está casi terminado él ya no puede más. Se acerca a ella. Verlo desnudo la mata pero verlo en movimiento, ver que se acerca a ella, que la toca, Kassandra no se resiste y cae en sus brazos. Los dos estaban deseando ese momento. Se besan fundiéndose el uno en brazos del otro. Benicio está inmortalizado desnudo en la pintura. Kassandra desea ser de ese hombre.
--¡¡que ganas tenía¡ --jadea él mientras descubre el cuerpo de esa joven que lo tiene loco.
Kassandra se muestra desnuda por primera vez ante Benicio. Sin tapujos, sin ropa, con deseo. Benicio le devora los senos. Ella tiembla en sus brazos. A él le sorprende:
--ni que fuera tu primera vez --dice él divertido.
Pero no lo duda. No pregunta. Ella no dice nada. Es una entrega total de cuerpo y alma. Ambos saborean sus cuerpos, ese gran momento de placer y de intimidad. Hacen el amor frente a ese cuadro casi acabado que los ha unido. Ese desnudez que tenía atrapada a Kassandra y que al final tiene para ella. Después de esa entrega Kassandra yace en el suelo desconcertada. Feliz. Nunca pensó que haría algo así. Bueno, en realidad no lo sabía antes de conocer a Benicio. Desde que lo conoce sabe que iba a pasar, también sabe lo mucho que sufriría su abuela al descubrir. Benicio se empieza a vestir. Está aturdido. 
--¿te vas? --pregunta ella triste --aún no hemos acabado.
Él se abrocha los pantalones. Se pone la camisa. Va hacia la puerta. Kassandra se siente humillada, siente que Benicio ya ha obtenido lo único que quería de ella y que ya no lo volverá a ver y le duele pero no se arrepiente de lo que ha hecho. Ya en la puerta Benicio se gira y le dice:
--¿porqué no me dijiste que era tu primera vez?
Aunque la veía inocente, Benicio nunca pensé que fuera virgen. Le ha gustado estrenarla pero le da miedo. Nunca le ha preocupado lo que dirán, su posición de príncipe pero por primera vez le asusta haberse metido en un lío. No olvida que la joven es de raza gitana. Aunque no comparte su punto de vista, el guapo príncipe tampoco quiere causar un escándalo que lleno de dolor y vergüenza a sus padres. Kassandra se levanta. Lo mira llorosa. No hay reclamo. Sabe que no tiene derecho. Ha vivido el momento sin pensar en las consecuencias.
--si ese es el problema no te preocupes. No pensaba pedirte nada a cambio --le dice ella dolido.
Benicio está desconcertado.
--¿porqué?¿porqué no me lo dijiste? ¿porqué te comportabas como una...?
Benicio se calla para no ofenderla.
--dilo... di que me he comportado como una cualquiera --le dice ella dolida.
Benicio le acaricia el pelo. Los dos saborean esos segundos que ambos sienten que son los últimos.
--Debiste advertirme, yo no debí jugar contigo --le reclama él.
--¿es que me hubieras creído? Además si saber que era virgen te habría hecho cambiar de actitud me alegro no haberlo hecho. Vete tranquilo, puedes olvidar lo que ha pasado.
Aunque Kassandra intenta mostrar normalidad en realidad está muy herida.
--lo siento --dice él.
Cuando cierra la puerta ella se derrumba mirando ese cuadro que se quedará sin acabar. Él la siente llorar. Se siente muy culpable pero no sabe qué decir, qué hacer. Llega a su casa y se da una ducha fría para tratar de olvidar.
--¿¿qué he hecho?¿¿qué he hecho?


Kassandra llega a la pensión en la que se aloja con su abuela. Dorinda lee la culpa en los ojos de su nieta que trataba de escaparse de ella. Dorinda le estira del pelo.
--¡¡tú hueles a hombre¡
Kassandra trata de ocultar la realidad pero Dorinda no la cree. La abofetea.
--¡¡ahora mismo me vas a decir quien es¡ ¿¿con quien te estás viendo?
--Se llama Benicio, es el hombre que vimos a caballo.
Dorinda se pone furiosa:
--¡el riquillo? ¡¡lo sabia?¡debes olvidarlo¡¡
Zarandea a su nieta:
--¡hasta donde has llegado? ¡¡no lo volverás a ver¡
--¡¡amo a Benicio. en sus brazos he pasado de niña a mujer.
Dorinda la abofetea y llora. Pide perdón a su Dios, a sus muertos. Kassandra trata de calmarla, que entienda su amor por ese joven.
--¡¡es un principe¡ ¿¡es que no lo sabías?¡ ¡¡¿que crees que va a querer de ti?¡
El rostro de Kassandra se llena de lágrimas. Sabe que su abuela tiene razón, que no se volverán a ver.
--¡¡nos vamos a casa y que Dios te perdone¡
Aunque está segura que no lo volverá a ver, Kassandra no se quiere ir
--no, me quedo con él --dice decidida.
Dorinda llora y grita.
--¡¡si te quedas ya no eres mi nieta. Mi hija no pario a una puta¡¡ --dice amenazante.
Kassandra llora.
--si me haces elegir entre él y tú gana él.
Dorinda está deshecha:
--¡¡él se burla de ti, no lo volverás a ver, sólo has sido un pasatiempo¡
--lo sé. --dice Kassandra tragándose su dolor.
--¿y aún así te quedas para recoger las migajas de su amor?
--sí.
Dorinda hace sus maletas.
--si tú te estrellas no pienses que yo lo haré contigo.
Esa noche ni Kassandra ni Benicio pueden dormir. No dejan de pensar el uno en el otro. Cuando al día siguiente su padre le quiere hablar de su boda con la princesa Benicio se levanta se va sin decirle nada. Cabalga sin dejar de pensar en Kassandra. Ésta trata de acabar el cuadro pero no se logra concentrar. Tira el pincel.
--¡¡maldita sea¡
De repente oye unos pasos. Benicio está frente a ella. Los dos se miran sonriendo.
--¿tú?
Él le recoge el pincel.
--te lo debo, te prometí que posaría para ti --dice él muy dulce.
Los dos se miran muy sonrientes. No se dicen nada. Ella disfruta con la cercanía de él, viéndolo desnudo. Él goza posando desnudo para ella. No hablan de nada. El cuadro es lo que los une. Cuando por fín lo acaban los unos juntos lo observan satisfecho.
--es casi un milagro ¡soy yo¡ --dice Benicio con orgullo.
Ella a su lado se siente feliz. Sabe que es un sueño que va a acabar pero se siente feliz. Mirando el cuadro él dice:
--que nadie lo vea y menos mi familia..
--Nunca te haría daño. 
Él sonríe. Los dos se abrazan y se dejan llevar. Antes de que sea demasiado tarde él le dice:
--será la última vez, somos de dos mundos diferentes. No nos volveremos a ver.
Con dolor pero con resignación ella dice:
--lo sé, eres un principe, no soy digna de ti.
--No digas eso --dice él besándole las manos-- mis padres te harían la vida imposible. Es mejor que te olvides de mi.
Benicio no tiene claro sus sentimientos pero aunque no está dispuesto a casarse sin amor, sabe que esa joven gitana nunca sería aceptada por su familia y prefiere evitar a los dos un mal mayor. Ambos siente un gran dolor al saber que no se volverán a ver. Los dos saben que tiene que ser así.
--separarnos tal vez, olvidarte jamás... has sido el primero, lo mejor de mi vida.Te llevaré en mi corazón mientras viva --dice ella con lágrimas en los ojos.
--Yo... no sé que decir... Yo --balbucea él emocionado.
Ella lo calla con un beso y se desnuda ante él. Los dos hacen el amor con el cuadro como testigo. Los dos están de acuerdo en que será la última vez.

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